Skip to main content

Revisar los movimientos de nuestra tarjeta de crédito no es descabellado que nos llevemos más de un susto. Normalmente, el origen de nuestro estremecimiento radica en que viendo la suma de lo gastado la cifra supera nuestras previsiones. En ocasiones, sin embargo, una observación más detallada de los cargos puede llevarnos a la conclusión de que una o más de una de esas operaciones no son completamente desconocidas. Lo más probable es que se trate de una estafa. ¿Podremos recuperar el dinero?

La buena noticia, después del disgusto inicial, es que las tarjetas de crédito incluyen, por norma general, un seguro que apara al titular en caso de ser víctima de un robo o de un caso de suplantación de identidad. En ocasiones, estas pólizas ofrecen otras coberturas que son diferentes en cada entidad y que van desde el seguro de asistencia en viaje al seguro de accidentes, por citar dos ejemplos. Debemos consultar a nuestro banco para conocer que garantías adicionales ofrece el seguro de nuestra tarjeta.

Tres pasos imprescindibles

Bloquear la tarjeta, denunciar los hechos y reclamar el dinero

Para poder recuperar nuestro dinero, el primer paso es comunicar lo sucedido a la entidad bancaria. El propósito inicial es bloquear la tarjeta para evitar que el fraude continúe, pero también poner en marcha las gestiones que permitirán que recuperemos nuestro dinero. Los bancos disponen de servicios telefónicos en los que solicitar el bloqueo de las tarjetas, aunque también es posible hacerlo a través de la aplicación móvil.

El siguiente paso es denunciar los hechos a la policía para que investiguen el caso. Las estadísticas del Banco de España señalan que por cada 100 tarjetas operativas una registra una operación fraudulenta al año. El auge del comercio electrónico ha multiplicado estos delitos. Alrededor de tres de cada cuatro fraudes con tarjetas están relacionados con el comercio electrónico.

Un aspecto relevante es saber que ha sucedido con nuestra tarjeta y debemos poder comunicarlo a la policía. Básicamente, tenemos tres opciones: la hemos extraviado, nos la han robado o la han copiado o duplicado, aunque siga estando en nuestra cartera. No es una cuestión menor, ya que, si el origen del fraude es la duplicación de la tarjeta y se puede verificar, la entidad bancaria nos devolverá todo el dinero. Solo en el caso de que el propietario haya sido negligente en la custodia de su tarjeta el banco se negará a reintegrar los fondos.

Por el contrario, si el origen del fraude es el robo o la pérdida, lo más probable es que el titular de la tarjeta deba hacerse cargo de los primeros cargos hasta un máximo de 150 euros, aunque algunos seguros fijan esta cantidad en 50 euros.

En los últimos meses, los bancos han extremado las precauciones para asegurase que todas las compras on line a través de tarjeta de crédito o débito requieren de una doble autorización por parte del titular, como, en general el resto de transacciones financieras como las transferencias o el pago de impuestos. A través de la aplicación móvil, el titular debe ratificar mediante la generación de códigos o clave su consentimiento.

Pero todas estas precauciones son pocas, bancos y aseguradoras recomiendan que se extremen las medidas de precaución en las compras on line. En este sentido, la primera medida de seguridad es confiar solo en páginas web de confianza y fijarnos que la URL empiece siempre por https://, lo que supone que cumple con el protocolo de seguridad SSL.

Otra medida de seguridad es no facilitar en ningún caso las claves o datos de seguridad de la tarjeta. Este es el camino habitual para los casos de pishing. Esta práctica delictiva consiste conseguir a través de engaños los datos como el número de la tarjeta de crédito, el código CVV y otros datos confidenciales necesarios para operar.