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La vida en pareja es más común de lo que muchos piensan. Algunas personas simplemente se enamoran, pero no se quieren casar, así que optan por hacer una vida juntos sin necesidad de firmar papel alguno.

¿Pero qué sucede con la vida en pareja en el momento de adquirir una casa? Puede tener dificultades con la ley, en caso de que a alguno le suceda lo inevitable (fallecimiento) o si deciden terminar.

De acuerdo a Instituto Nacional de Estadística (INE), hace un año se habían contabilizado aproximadamente 11 millones de parejas en la nación.  Pero por parejas se refiere a matrimonios y a relaciones que están debidamente formalizadas, así que el punto ciego es: quienes viven en pareja sin legalizar la situación.

La vida en pareja

Primero, partamos del hecho de que cada cual es libre de hacer lo que guste con su vida, y más si se trata de la vida en pareja. Sin compromisos de boda se puede estar bien, pero tiene su escala de grises.

Mientras que casarse y vivir en una unión legal y bien organizada puede permitirte liberar un poco el estrés de pensar en las posibilidades de lidiar con problemas legales. De todas formas, más adelante te damos información para que puedas hacerte una idea de lo que puedes elegir.

Sin formalizar

No obstante, existe una forma de vivir en pareja sin estar registrados o sin tener que hacer los planes para la boda. Se le llama “unión sin formalizar”, y permite que puedan tener la misma vida que los casados, hasta tener hijos, pero sin casarse.

La unión sin formalizar está bien, sí. Pero como dijimos, puede tener complicaciones legales que nadie quisiera tener, y estos tienen que ver con la vivienda y testamento. A continuación, desarrollamos más el respecto:

La casa

Vamos al grano y establezcamos un escenario posible: el fallecimiento. Si alguno de los dos muere, la casa que compraron tendrá que pasar a sus herederos (sus deudas también), pero hay un inconveniente: la pareja que queda viva no es heredero directo.

Quienes podrán gozar de los beneficios y deudas serán los hijos, nietos, padres, conyugue y/o hermanos (en ese orden y en caso de no contar con sus miembros consanguíneos, todo irá al Estado).

Otro detalle es el siguiente: si no existe un testamento establecido, el conyugue pierde todos los derechos a reclamar, sin importar todo el tiempo que convivieron.

El testamento

Ya que hablamos del testamento, es necesario aclarar que en el debe rezar todo lo que quieren que suceda con sus bienes cuando fallezcan (alguno de los dos), y de esta forma pueden salir beneficiados todos los implicados; es decir, la pareja y luego los familiares forzosos (si así se quiere).

No obstante, no es garantía de que el conyugue reciba más que los familiares. Por el contrario se verá “beneficiada” con una pequeña parte de los bienes, y si la hipoteca estaba en manos de ambos, entonces el sobreviviente se encarga de la misma.

Y si, en otro caso, la relación llega a su fin y hay hijos de por medio, entonces va el caso a fiscalía para que el juez determine manutención y vivienda a quien corresponda. Pero si no hay hijos, entonces queda la casa para el titular original.